lunes, 30 de abril de 2012



 Pensándote sin más...sabes, algo que siempre me ha me ha gustado de ti

es la forma que tienes de reirte. De como poco a poco he visto tu interior

en pequeños fragmentos que irradian tu propia luz, y añaden esa tonalidad

en mi. En la propia inmensidad de tu ser, en tu fragilidad...

En la profundidad retenida por la brisa que impulsa las velas, navegando

en la noche tranquila y cuajada de estrellas, a veces las olas rompen

contra las rocas y lamen su superficie, puliendo sus formas hasta

que el tiempo se detiene en ellas y la calma lo llena todo una vez más.

El reflejo del mar en los ojos imprimiendo en ellos su  color, el olor de la

tempestad  en tus pupilas, la oscuridad de la noche cegada por los

matices.





lunes, 23 de abril de 2012


 Como un espejísmo proyectado en mi realidad creo estar soñando, o

quizás soy yo un invento de tu imaginación, y por eso estoy aquí ahora,

pensandote  mientras te tengo a mi lado, y para mi sólo tú eres real

en tu propio deseo cumplido. La luz entra en la habitación,

araña como un gato la oscuridad y acaba con este momento.

 Tu pelo envuelto en mis dedos, abrazos interminables suspendidos

entre las sábanas, el roce de tu piel y mis labios entretenidos en los

tuyos. Suena Chet Baker, su latido pesado baja mis párpados

mientras te respiro profundamente.

Tengo una canción para ti que habla de un sendero en la luna, me

calma cuando no estás y me lleno de vacío.


martes, 17 de enero de 2012

Mientras estaba en la ducha ella se había ido y supo que esta vez para siempre. Su recuerdo ya estaba enredado en la memoria....Lo que más iba a echar de menos sería su mirada, como fluían sus pensamientos y afloraban en sus ojos silenciosos, como había aprendido a leer en ellos su interior. Ahora sólo podía imaginarla en la distancia, quizás menos dolorosa, porque desde la primera vez que la vio supo que siempre sería libre, que nunca podría tener su corazón, y en ese momento tuvo una extraña sensación de vacío. Dos semanas después se fue de esa ciudad que en realidad nunca le había gustado. No llamó a nadie, simplemente lo hizo, sin despedidas ni explicaciones  lo dejó todo y se fue hacía el océano. Todos los días miraba el mar porque le recordaba a sus ojos, pero al igual que ella, se escurría entre sus dedos. Un día mientras paseaba pensó, ya está, nunca más podré amar, y allí paralizado, conteniendo la respiración, fue capaz de oír su voz.